GREGORIO KAZI
En 1986,al llegar al Hospital Borda para continuar el trabajo comenzado por Vicente Zito Lema en relación a los grupos operativos e intentar dirigir y publicar la revista "Desbordar"( hecha desde el hospicio), se asistía a un proceso de resignificación de toda la exigencia tanática, funesta, horrenda de la dictadura expresada en el enunciado: "el silencio es salud", que si se quiere es una de las prácticas vectores de la psiquiatría argentina, la imposición del silencio. Por suerte había compañeros que habían apostado a generar un marco de palabra grupal, de modo que cuando nosotros llegamos allí ya existía una práctica colectiva de búsqueda de la verdad, no sólo individual sino de tejido vincular entre los pacientes que se hallan devastados tanto por lo social como por lo individual en lo institucional.
Podríamos decir entonces, que la cuestión de lo grupal y lo individual no sólo se da en el hospicio. La Facultad es otra de las patas del modelo de reproducción y control social, de estigmatización de los sujetos respecto del modelo hegemónico, y de lo que se espera de los sujetos en su intervención posterior dentro del campo social. Es decir, tenemos que preguntarnos si la Facultad es un ámbito de reflexión crítica o de reproducción de un conocimiento mayormente abstraído de las condiciones concretas de existencia de todos nosotros que, por lo tanto, lleva a aceptar pasivamente las normas establecidas socialmente respecto a nuestro quehacer como trabajadores de la comunicación social.
Un detalle interesante: Tanto en los hospicios y en las cárceles, como en las fábricas, en el nacimiento del capitalismo como institución social normativizante de los procesos sociales subjetivos y de intercambio de producción, se establecía el modelo panóptico que todavía sigue representado en las ventanitas de las puertas de las aulas, las cuales se encuentran también en los hospicios, en las cárceles y en las fábricas. Por medio de estas ventanas alguien que desee vigilar y agenciar, tiene esa retícula para controlar lo que nosotros estamos haciendo allí adentro.
Estoy tratando de hacer un pequeño punteo de emergentes, detalles, intersticios mayormente residuales que son fundamentales para cualquier tipo de investigación, sea una investigación al respecto de la subjetividad, al respecto de los vínculos, de los grupos, de las instituciones o del campo social. Fijarse, entonces ,en las lateralidades - esto lo enseña Foucault- de circulación discursiva, de circulación de prácticas, de saberes y de sentidos. Si no hay una articulación crítica entre esas instancias que se dan tanto a nivel singular como también a nivel vincular, grupal ,institucional y social y que aparecen en todos estos planos y en cada uno de nosotros como fragmentados; si no los articulamos en una investigación , no estamos haciendo más que reproducir lo que se llama discursos y prácticas de saberes hegemónicos, que es el saber y la práctica de la alienación, de la producción de sujetos acríticos reproductores de una verdad revelada que no construimos desde la práctica.
La primera sugerencia: El trabajo grupal sugiere la recuperación de la construcción casi artesanal y siempre parcial de la verdad de los sujetos históricos. Esto no se puede hacer en ningún otro ámbito que no sea bajo la práctica grupal.
A propósito de lo dicho, los modelos hegemónicos de producción investigativa tienen distintos ámbitos epistémicos de construcción de conocimiento. Mayormente son producciones acríticas, supuestamente desprovistas de lo valorativo e ideológico del sujeto y que traducen "la verdad" a secas; una verdad total a la cual nosotros tenemos que alinear. No hay interrogación posible ante ese modelo positivista de producción de conocimiento. Cuando uno habla de investigación periodística, se la considera, por lo general, como una investigación no productora de conocimiento, como un sub-conocimiento, como un saber de la inmediatez, de lo efímero; es decir, el modelo de saber representado por los filósofos de la posmodernidad, con Lyotard y Vattimo a la cabeza, donde la suposición es que todo lo que podemos lograr hacer objetiva y concretamente, es algo así como el saber abstracto que procuraba Hegel, es el saber de la totalidad abstraída de las condiciones objetivas de existencia, desvinculada de la historia concreta en que esos sujetos están produciendo. Esto es imposible de realizar.
Una de las primeras cuestiones que tenemos que ver en el campo de las investigaciones son las determinaciones concretas de cada uno de los sujetos que están abordando un objeto problemático de conocimiento, porque si no lo que se establece son siempre relaciones dilemáticas entre el saber y el no saber, la palabra y el silencio, el espanto y la felicidad. Entonces, poder introducir todas estas variables abstractas y ver como se anudan al campo concreto de existencia de los sujetos que están investigando.
El saber nunca es saber de la totalidad, nunca es un saber de la abstracción, siempre es un saber de lo abstracto ligado al campo de lo concreto, nunca es un saber individual sino colectivo, siempre es un saber construido desde la interdisciplina, buscando la utopía de la transdisciplina. Esto es, el saber se construye desde la parcialidad y paradojalmente desde lo colectivo, y desde allí quién sabe se encuentren los jirones nunca completos de la verdad histórica de los sujetos que están produciendo ese conocimiento.Una de las características de este campo social perverso es la inversión absoluta de las categorías de verdad. Horacio González ha trabajado muy lúcidamente en la construcción del saber periodístico, en relación a todo lo que aporta, por ejemplo Shakespeare, al respecto de la inversión perversa del surgimiento en Hamlet de la locura para que devenga la verdad. Todo aquello que transcurre por detrás de la escena central sea acaso lo que se silencia en la centralidad de los contactos humanos. Aquello que aparece como práctica de liberación de los sujetos acaso indique las condiciones de esclavitud del sujeto. Cualquiera que desee construir efectivamente algo en el campo de la investigación, dentro de los términos antes explicados, debe ser un gran cuestionador de lo obvio.
Subjetividad y obstáculos epistemofílicos.
Siempre hay una pretextualidad, condiciones apriorísticas; determinaciones históricas, sociales, subjetivas e institucionales. Al tomar la idea de si es necesario conocer la historia individual de Foucault para leer la investigación que realizó acerca de la historia de la sexualidad, podría decirse que no puede creérsele a Foucault ya que éste no reveló lo que hoy, desde la construcción crítica del conocimiento de las ciencias sociales, implica develar el régimen de motivaciones de un sujeto respecto del objeto de conocimiento. No es que interese saber mórbidamente acerca de la sexualidad infantil de Foucault, acerca de su internación psiquiátrica, al respecto de la reclusión en cárceles por haber sido acusado de desviado, sino que a través de estos datos se comprende históricamente por qué aborda desde un marco epistémico, absolutamente diferente al instituido en forma hegemónica, el trabajo de sus propios obstáculos epistemofílicos, que Freud marca y Pichón Rivière retoma . Los obstáculos epistemofílicos, que todos tenemos, son apriorísticos y nos están determinando para poder abordar de un modo más espontáneo y no tan inhibitorio cuando se está tratando de revelar palabra, haciendo tarea-silencio. Conocerlos permite una mayor comprensión, ya que refiere al sitio desde el cual el investigador parte para abordar su trabajo. Se puede discutir si es necesario o no explicitar las motivaciones subjetivas pero sí es imprescindible tenerlas muy presentes internamente cuando se inicia una investigación.
Exposición realizada en el Taller Seminario de Investigación Periodística, realizado en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora.