sábado, 22 de janeiro de 2011

ESPACIO UTOPÍA ACTIVA: EL POETA AMADO


ANTONIO MACHADO
(1875-1939) 

Nació en Sevilla y con pocos años se trasladó con su familia a Madrid. Estudió en la Institución Libre de Enseñanza y pasó algún tiempo en París conociendo la literatura de la época. Soledades, su primer libro de poemas (1903), puede alinearse lícitamente en el Modernismo, pero con una tendencia intimista que acabará liberándose de los aspectos más externos de aquel movimiento en la revisión de 1907 (Soledades, Galerías, Otros Poemas). Ese año se instala en Soria como catedrático de francés, y se casa con Leonor Izquierdo, que enfermaría y moriría en 1912, el mismo año en que apareció Campos de Castilla. El poeta, dolorido, dejó el Duero para ejercer en Baeza (1913-1919), Segovia (1919-1931) y Madrid; de ese largo período se destacan las Nuevas Canciones, y Ias páginas apócrifas de Juan de Mairena y Abel Martín, con los belos versos a la misteriosa "Guiomar”.

                                           RETRATO  

Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierra de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
— ya conocéis mi torpe aliño indumentario —,
mas recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.
Desderio las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.
¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada;
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.
Converso con el hombre que siempre va conmigo
— quien habla solo espera hablar a Dios un día —;
mi soliloquio es plática con este buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.
Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.


CAMPO

La tarde está muriendo
como un hogar humilde que se apaga.

Allá sobre los montes,
quedan algunas brasas.

Y ese árbol roto en el camino blanco,
hace llorar de lástima.

¡Dos ramas en el tronco herido, y una
hoja marchita y negra en cada rama!

¿Lloras?... Entre los álamos de oro,
lejos, la sombra del amor te aguarda.


         (de Soledades, Galerías y otros Poemas, 1919)

 [FRAGMENTO]

Tal vez la mano, ensueños,
del sembrador de estrellas,
hizo sonar la música olvidada

como una nota de la lira inmensa,
y la ola humilde a nuestros labios vino
de unas pocas palabras verdaderas.


(de Soledades, Galerías y otros Poemas, 1919)



Nenhum comentário: